martes, 20 de noviembre de 2012

El pintor Van Dyck


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Este famoso pintor flamenco cuya exposición se celebra estos días en el museo del PRADO en Madrid, fue un prolífico pintor, que a sus 16 años ya había pintado 160  obras, y hoy se le hubiera considerado un niño prodigio. 

      No resulta extraño que a los 10 años entrara a pintar a un taller de pintura, porque su padre a pesar de ser   un rico comerciante en tejidos, también había sido pintor, y familiares de la familia de su madre también lo fueron.
 Nació en Amberes en 1599, fue también alumno y amigo de Rubens, de quién asimiló su técnica, y empezó pintando grande obras religiosas.

Luego se trasladó a Italia, a donde solían acudir todos los buenos pintores flamencos para acabar de formarse. Allí tuvo ocasión de ver y pintar grandes obras renacentistas, especialmente con su pintor favorito Tiziano. A los 22 años pintó su primer auto retrato, (que vemos (arriba) y por esta época llevaba 300 obras pintadas.
                                                                  
                                    Aquí tenemos Sansón y Dalila. 

Pintó en la  etapa italiana, numerosas obras religiosas que sacaba de la Biblia, y de  las vidas de los santos.
particularmente hermosa es la de la Virgen del Rosario, que pintó para el oratorio que lleva este nombre, y que todavia se conserva en la Iglesia de Santo Domingo en Génova.

Posteriormente se trasladó a Inglaterra, a la corte de Carlos I, donde se dedicó a pintar retratos, principalmente.
Allí  murió en el año 1641, cuando solo contaba con 42 años.
Fue enterrado en la catedral  de S.Pablo.

   

sábado, 3 de noviembre de 2012

Día de Difuntos

Este año el día de difuntos, ha sido particularmente duro para mi, porque aproximadamente por estas fechas hace un año que murió mi esposo...

En la Misa a la que acudí, nos leyó el sacerdote, un texto que me pareció una preciosidad, aunque también me emocionó mucho y como creo que habrá muchas personas que tendrán a quién recordar, os voy a ponerlo aquí porque resulta muy consolador...

  "Pocas experiencias hay más duras que la despedida de la persona querida que la muerte nos arranca para siempre.Ya no podemos abrazarla, mirarla a los ojos, escuchar sus confidencias, hablar con ella como en otros tiempos.                 Su habitación ha quedado vacía. Ya  no está. Nadie podrá llenar su ausencia.

En medio de la pena inmensa, comienzan a surgir las preguntas: ¿Por qué ha tenido que ser así? ¿Cómo puede Dios permitirlo?, ¿Por qué nos ha dejado solos?Así sienten esposos, amigos o quienes pierden a un ser querido.

La muerte no ha logrado si embargo, arrancar a esa persona de nuestro corazón. La seguimos queriendo. Podemos recordarla, reavivar lo que hemos compartido y lo que hemos vivido juntos, ahora nos queda el amor con  que esa persona nos ha acompañado durante su vida.

Tenemos mucho que agradecer, esa persona con todas sus limitaciones y deficiencias ha sido un regalo. hemos disfrutado de su presencia. Nuestra vida ha sido más dichosa gracias a su compañía y amistad. Pero su partida no podrá nunca destruir lo vivido. 

La muerte la ha separado de nosotros, pero la ha conducido al misterio insondable de Dios. Allí nos espera. Todos tenemos un lugar que el mismo Cristo ha preparado para nosotros en el corazón de Dios.

Cuando se nos muere un ser querido se lleva consigo hacia Dios, lo bueno que ha compartido con nosotros: el amor la amistad, las experiencias gozosas de la vida. De esta manera introduce algo nuestro en el misterio de Dios.

Cuando un día abandonemos nuestra vida, no partiremos hacia lo desconocido, sino hacia un hogar en el que nos espera Jesús al que hemos querido tanto en esta vida y esas personas amigas a las que tambien hemos querido. Allí nos volveremos a encontrar y nos sentiremos para siempre en nuestra verdadera casa..."