Pero la otra rana continuó saltando tan fuerte como podía, sin desanimarse. La multitud gritaba y le hacía señas para que dejara de sufrir y se dispusiera a morir, pues no tenía sentido seguir luchando. Pero ella saltaba con más ímpetu, hasta que finalmente dió un salto tan grande que logró salir.
Las otras ranas estaban avergonzadas y se disculpan. "Lo sentimos ¿Cómo has conseguido salir, a pesar de lo que te gritamos?" Les explicó que estaba un poco sorda, y que en todo momento pensó que los gritos eran de ánimo para esforzarse más y salir del hoyo.
Los que me conocen bien saben que yo también estoy un poco sorda, pero sigo luchando a pesar que me falta poco para cumplir los 90 años.