Se da este nombre a la lluvia de estrellas que sucede cada año, desde finales de julio hasta mediados de agosto, y se conoce también como Lágrimas de san Lorenzo porque la mayor intensidad sucede en torno a la festividad de dicho santo, 10 de agosto. Esta lluvia de estrellas la causan los restos del cometa 109 P/wit-Tutle que pasa cerca del sol cada 133 años y la última vez que pasó fue en 1992, cuya órbita es atravesada por la tierra cada año a mediados de agosto.
Esta órbita está llena de partículas pequeñas, como granos de arena o menores, que han sido liberadas por el cometa en sus pasos anteriores. Cuando una de estas partículas -que formaron en su día la cola del cometa- entra en la atmósfera terrestre a gran velocidad, la fricción la hace arder y vaporizar a gran altura, los trazos luminosos que vemos en el cielo resultantes de la desintegración, son las estrellas fugaces.
Para disfrutar del espectáculo buscar un lugar oscuro lejos de la luz que desprenden los núcleos urbanos. El mejor modo de contemplarlas es a simple vista, pues dada la rapidez con que cruzan el cielo, los prismáticos o los catalejos limitan demasiado el campo de observación.
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