Pero el mandato divino es que "hemos de amar al prójimo, como a nosotros mismos".
No en lugar de nosotros mismos, o más que a nosotros mismos, sino como a nosotros mismos....
Si nosotros no somos capaces de amarnos a nosotros mismos ¿Cómo podremos amar a los demás?
Yo no podré amar de veras, hasta que no sepa cuidar de mi mismo, y pueda vivir básicamente feliz, completo, realizado en mi personalidad.
Esto no quiere decir que tenga que vivir en un egoísmo absoluto, el egoísmo en si es negativo. Pero tengo que estar pendiente de sentirme contento y feliz conmigo mismo, porque esa es una realidad básica como ser humano, una necesidad como el respirar, para poder vivir.
Yo he de amarme a mi mismo en lo que tengo de amable, en lo que he realizado, en esa plenitud a la que aspiro, y en esa medida podré amar a los demás.
Tenemos que pensar, que somos amor y estamos hechos de amor, y al expresarlo gratuitamente, solo estamos expresando lo que somos...
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