Resulta difícil hacerse una idea de como era el régimen alimentario de Europa antes del siglo XVI. Y es que antes de ese siglo en nuestro continente se ignoraba la existencia de la patata, maravilloso tubérculo que acompaña en la mesa a tantos alimentos de nuestra cocina.
Los soldados españoles se encontraron con que los indios andinos comían un producto muy nutritivo, que pronto adaptaron a su dieta diaria. La patata se cultivaba en las mesetas andinas y en la costa del Pacífico. Los españoles trajeron sus semillas y a finales del siglo XVI ya se producía comercialmente la patata en Andalucía.
Se sabe que Felipe II, envió patatas al Papa Pio IV, para mejorar su salud. En esa misma época, sin embargo, este tubérculo tenía bastantes detractores en Europa. Lo consideraban peligroso. Las maledicencias se acabaron cuando en la segunda mitad del siglo XVIII, el farmacéutico francés Parmentier escribió varias publicaciones, para implantar la patata como alimento básico. Las guerras de la Revolución francesa trajeron tiempos de hambre. En tal situación, la patata se reveló como una tabla de salvación...
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