Quiero contar aquí que el evangelio he oído hoy, me ha conmovido, en algunos de sus comentarios. Se trataba del señor que manda obreros a su viña a distintas horas del día pero que ofrece a cada uno de ellos un denario. y a la hora de pagarles paga a cada uno lo que les había prometido. Y entonces ellos protestan, pero el dueño les dijo: "he sido justo con vosotros he pagado lo que había prometido, no puedo hacer lo que quiera con mi dinero".
Pero Jesús cambia ese modelo, porque en Dios no existe ese modelo "mercantilista" que tenemos nosotros, de compra venta: te doy , me debes... Pero siempre podemos pedirle su ayuda.
Su misericordia y amor posibilitarán en nosotros, como gracia una conducta buena, que nos da como regalo, semejante a la suya. Nuestras buenas obras y nuestras muchas horas de trabajo, valen, pero no para comprarle, sino como fruto de su gracia.
Es Dios el que hace bueno al hombre y a sus obras. El amor gratuito de Dios, no está pues ligado a nuestras obras ni a las duras horas de su trabajo en su viña.
Su amor, su gracia es siempre un don nunca merecidamente ganado. Pero siempre podemos pedirle su ayuda.
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