Si hacemos caso de todas las recomendaciones de cosas buenas para la salud, que circulan por Internet, tendríamos una vida casi como Matusalén, que seguro que no sabía nada de esto, pero dicen que llegó a vivir casi ochocientos años.
De todos modos, aunque no lleguemos tan lejos por lo menos tener mejor calidad de la poca o mucha vida que nos quede...
Ahora os contaré, las maravillas que puede hacer una cucharada de miel, mezclada con una cucharita de canela. Para empezar son las únicas substancias alimentarias que no se echan a perder ni se pudren con el paso del tiempo. Si alguna vez la miel llega a cristalizar, destapar y con el calor del agua hirviendo dejar que se derrita, pero sin que hierva, ni meter al microondas porque de esa manera se destruyen las encimas.

Para la artritis: En una taza de agua caliente, poner dos cucharadas de miel y una cucharadita de canela en polvo, y tomar dos veces al día, mañana y noche.
Si se toma con regularidad, incluso la artritis crónica puede ser curada, según unas investigaciones hechas recientemente por la Universidad de Copenhague.
Dos cucharadas de miel salpicadas con un poco de canela antes de las comidas, puede favorecer la digestión y reducir la acidez, ¡ah! y no es perjudicial para los diabéticos.
Para los catarros y resfriados: ¡no digamos!, una cucharada de miel templada con su correspondiente canela, tomada durante tres días; incluso puede ser buena hasta para la sinusitis.

También ayuda a superar la fatiga: tomándolo con agua dos veces al día.
Y si se usa para hacer gárgaras puede suprimir el mal aliento.
Añadiendo miel y canela al té, favorece la longevidad, mantiene la piel fresca, disminuye el colesterol y fortifica el sistema inmunológico.
Lo que yo os decía, a este paso ni Matusalén vivió tanto...
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