El árbol empezó siendo una semilla como tú y como yo. Cuida sus raíces. Sabe que todo depende de ellas y por eso se preocupa de hacerlas fuertes.
Es paciente, sabe esperar año tras año, sin apresurar las cosas, viviendo cada momento. Es fuerte y sabe resistir los inviernos duros y los fuertes vientos.
Sabe aprovechar todo lo que recibe y convertirlo en algo valioso, agua, tierra, sol, viento... Es acogedor y ofrece todo lo que es y tiene sombra, cobijo, fruta, leña, etc.
No se siente amenazado por el pájaro que anida en sus ramas ni por el leñador que las poda, y no juzga ni guarda rencor cuando le hacen daño. Entonces intenta reponer su pérdida.
Está rodeado de árboles de diferentes especies, pero no compite por ser el mejor.
Es ecológico, cuando deja caer su fruto o sus hojas, así alimenta la tierra y a las personas.
Tiene los pies en la tierra, muy bien afianzado en ella, pero siempre mirando hacia el cielo, muy derecho.
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