La construcción comenzó en 1959, calculando que acabarían en tres años y que les iba a costar 3 millones de dólares australianos, pero tardaron 15 años, con un coste de 102 millones de dólares. Este desajuste y los conflictos que hubo, hicieron que Utzon fuera reemplazado por un grupo de arquitectos y lo obligaron a irse de Australia. Pero en 1999 fue designado guía en los futuros cambios del edificio. Sin embargo, el arquitecto nunca regresaría a Australia para ver su obra maestra terminada.
La estructura de las salas responde a una concha acústica, inspirada en el oído humano. Utzon quería que el edificio se viera como las grandes velas de un barco en medio de la bahía, de modo que construyó unas conchas cubiertas con un millón de azulejos de cerámica fabricados en Suiza a partir de arcilla y piedra triturada. Una maravilla por la que Sidney destaca como ciudad cultural e icono arquitectónico.
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