¡Cuantos recuerdos nos traen lo olores¡
Los buenos olores, porque de los malos no vamos a hablar.
Estaba esta mañana esperando mi turno en el ambulatorio, cuando he oído el llanto de un bebé y de pronto me ha venido el olor a talco y a jabón, y me ha traído el recuerdo de la infancia de mis hijos, y me he puesto a pensar (porque en ese sitio te da tiempo de pensar mucho) en los recuerdos que te traen los olores.
Cuando huelo el jabón Heno de Pravia, sobre todo al empezar la jaboneta, me vie
ne el recuerdo de mi madre, que siempre nos lo compraba en casa...y la colonia que uso desde pequeña, me traen el recuerdo de tiempos felices.
También los olores de las plantas, para mi cada uno tiene su historia y su momento, las lilas en primavera, las rosas (que ya no huelen casi nada) el jazmín, la madreselva, la hierba Luisa, la hierba buena, los don Diegos, y el simple olor a boj, cada vez que paso por la Capilla del Prado y está recién cortado, me acuerdo de Amurrio, en los veranos de cuando era pequeña y nos dedicábamos allí a coger caracoles en el enorme boj, para jugar con ellos y hacer carreras...
Entonces yo no tenía ni idea de que iba a venir a Vitoria, al casarme, donde mi marido y mis hijos, se los comen el día de San Prudencio con toda fruición.
Los buenos olores, porque de los malos no vamos a hablar.
Estaba esta mañana esperando mi turno en el ambulatorio, cuando he oído el llanto de un bebé y de pronto me ha venido el olor a talco y a jabón, y me ha traído el recuerdo de la infancia de mis hijos, y me he puesto a pensar (porque en ese sitio te da tiempo de pensar mucho) en los recuerdos que te traen los olores.
Cuando huelo el jabón Heno de Pravia, sobre todo al empezar la jaboneta, me vie
ne el recuerdo de mi madre, que siempre nos lo compraba en casa...y la colonia que uso desde pequeña, me traen el recuerdo de tiempos felices.También los olores de las plantas, para mi cada uno tiene su historia y su momento, las lilas en primavera, las rosas (que ya no huelen casi nada) el jazmín, la madreselva, la hierba Luisa, la hierba buena, los don Diegos, y el simple olor a boj, cada vez que paso por la Capilla del Prado y está recién cortado, me acuerdo de Amurrio, en los veranos de cuando era pequeña y nos dedicábamos allí a coger caracoles en el enorme boj, para jugar con ellos y hacer carreras...
Entonces yo no tenía ni idea de que iba a venir a Vitoria, al casarme, donde mi marido y mis hijos, se los comen el día de San Prudencio con toda fruición.
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