Un día en el box

Cuando digo el box, me refiero a esos pequeños habitáculos separados por unas escuetas cortinas, que suele haber en las urgencias de los hospitales.

Son el sitio donde el tiempo pasa más despacio del mundo mientras esperas que te digan si puedes irte a casa o si tienes que ingresar en planta.

Me va tocando estar allí varias veces, unas por mi y otras por mi  marido, esta vez era por él.

Mientras esperas que vayan haciendo las pruebas, intentas distraerte con una mosca si la hubiera, pero allí no hay ni moscas. Entonces hay que cerrar bien las cortinas, pero yo calculo que les faltan por lo menos un palmo de tela por cada lado, di que con la práctica ya tengo bastante tino, y casi las cierro por igual por los dos. Luego se oyen las conversaciones de las enfermeras, que generalmente comentan sus vacaciones, que han tenido o que van a tener, pero a veces son más particulares, como una que dice que ella no puede salir a la calle sin ponerse los pendientes, que antes saldría sin bragas... o la otra que cuenta que tenía unas amigas que ya no le llaman para salir, porque como ella es mucho más guapa, les "pisaba" todos los planes.

Luego empiezan las quejas de los enfermos, hay uno que suelta unos tacos muy gordos cada vez que las enfermeras intentan hacerle orinar, o la señora que la encontraron tendida en el suelo de su casa y lo último que recordaba era que se había subido a una escalera, para quitar el polvo (¡limpia ella¡) encima de un armario.

Y como música de fondo los distintos soniquetes de los móviles que no paran de dar las malas noticias a la madre a la cuñada a la prima y a toda la vecindad.

Pero el caso es que hay en medio del pasillo el dibujo de un gran móvil tachado con un aspa y debajo un letrero que pone silencio.
Por fin aparece el medico, con no muy buenas noticias, y después de muchos dimes y diretes y de mucho tira y afloja,hace ingresar a mi marido en el hospital.
Espero que mejoren sus pulmones para otra buena temporada.